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Nuevo arte cubano
Desatado a finales de los años setenta y consolidado a lo largo de los ochenta, el movimiento de renovación de las artes plásticas en Cuba se convirtió en un fenómeno conocido como "Nuevo Arte Cubano". Esta "revolución estética" se manifestó en el campo de la creación artística como un proyecto cultural emprendedor de una nueva voluntad de autoconciencia, cuyo objetivo era la integración del arte en la dinámica de la sociedad y la democratización de la cultura, desde una visión alejada de los estereotipos propuestos por el realismo socialista. Renta casa particular Cuba con nosotros y descubre el arte cubano como un local.
Hacia la década de los ochenta, surge en nuestro país una nueva promoción de artistas educados dentro del sistema de enseñanza de arte creado por la revolución, con ideas que se manifestaban a favor de la legitimación de los presupuestos estéticos que proponía la cultura occidental, cuyo arte era tildado de burgués, deshumanizado y decadente, por provenir de un sistema político de esencia capitalista.
La primera manifestación de esta renovación surge en el contexto de la crisis del discurso dominante sobre el arte y sus supuestos básicos: la llamada condición posmoderna. Ésta fue encarnada por el grupo Volumen I, que reunió a los protagonistas del primer intento visible de transgredir los fundamentos de un comportamiento culturalmente sesgado, orientado hacia las comisiones sociales y la representación estereotipada y románticamente idealizada de los héroes, los logros, la historia, etcétera. Sus fundamentos, por tanto, fueron la reivindicación de la autonomía artística, la estabilización de nuevos códigos artísticos en la conciencia estética y la desetorización de un conjunto de medios para la producción de ideología.
Desde el ámbito posmodernista, enmarcado en una evidente crisis de valores, surgen una serie de posiciones que replantean la necesidad de una cultura de resistencia, que se manifiesta en una sobrevaloración de "lo autóctono", "como pasado incontaminado donde descansa la identidad". En el caso del Nuevo Arte Cubano, se retoma el espíritu transgresor de la posvanguardia, que se erige "como estrategia en la certeza de la constitución social del valor artístico".
El innegable mérito de estos artistas de Volumen I radica en superar los estereotipos que habían regido la representación simbólica de la identidad durante la década anterior, desplazando la mirada hacia la herencia tradicional en la cultura contemporánea, las prácticas ancestrales que persisten en la conformación de los imaginarios que caracterizan nuestra cultura. Rente una casa particular en Cuba y mire al pasado con la ayuda de nuestro equipo especializado. Estas nuevas propuestas deben a los aportes del conceptualismo la reivindicación de la investigación artística como fundamento de la creación, "la supremacía de la idea sobre la forma."
De este modo, el Nuevo Arte Cubano superó la necesidad de actualización constante con el panorama artístico internacional, que anteriormente se había manifestado en la búsqueda de nuevos códigos de representación para apropiarse de las tendencias imperantes.
La institución artística, por su parte, cuestionó su correspondencia funcional con la nueva situación artística. En este sentido, llevó a cabo una importante labor de reconocimiento y legitimación de las obras producidas por la generación emergente. Hubo una efervescencia de discursos sobre el arte y proyectos de integración sociocultural.
De este modo, el Nuevo Arte Cubano se instaló en la cultura nacional con una fuerza desconcertante y explosiva. Trascendió funcionalmente en el ámbito estético y se apropió de áreas fundamentales de la praxis social, llevando al límite la permisibilidad de la esfera cultural y obligando a reconsiderar el control estatal sobre la producción simbólica. Sin embargo, su legado sigue siendo hoy un hecho innegable.
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