El Paseo de Isabel II, descubre la época colonial
Construido en 1772 por orden del entonces Capitán General de la isla de Cuba, Marqués de la Torre, el Paseo del Prado es una de las avenidas más emblemáticas, bulliciosas y atractivas de la ciudad de La Habana. Esta vía comienza en el Malecón de la capital y atraviesa toda la zona colonial conocida como Habana Vieja hasta llegar a los límites de la ciudad republicana, conocida como Centro Habana. En la época de su construcción se denominó Alameda de Extramuros o Alameda de Isabel II.
La forma en que la conocemos hoy es el resultado del plan de obras públicas diseñado por el presidente Gerardo Machado y ejecutado por el renombrado arquitecto paisajista francés Jean-Claude Nicolas Forestier en 1928. Actualmente, la avenida alberga un importante número de entidades comerciales y se caracteriza por varias villas disponibles para alquiler en Cuba.
Desde principios del siglo XVIII, La Habana se había convertido en una ciudad próspera gracias a su estratégica situación geográfica. Servía de punto de reunión de las flotas españolas que transportaban las riquezas adquiridas por la corona en el Nuevo Mundo. El aumento de los ataques de piratas y corsarios hizo evidente la necesidad de navegar en grupo, y la bahía de La Habana ofrecía un lugar seguro. El comercio floreció, y con él llegó la necesidad de ampliar los límites de la ciudad amurallada debido al crecimiento demográfico. Como eje estratégico, el marqués de la Torre inició la construcción de una nueva arteria conocida como Paseo de Extramuros, en torno a la cual se agruparon las estructuras fundamentales y las familias más poderosas de la nueva ciudad.
Una década más tarde, bajo el gobierno de Miguel Tacón, se produjo una segunda fase de construcción, ampliando los límites de la avenida hasta la línea de costa, lo que hoy se conoce como el Malecón de La Habana. Durante este periodo (1834-1838) se construyeron el edificio de la cárcel y el Teatro Tacón o Centro Gallego. Durante gran parte del siglo XIX, el Paseo estuvo reservado exclusivamente al uso peatonal, y a lo largo de su trazado comenzaron a proyectarse magníficos edificios neoclásicos, muchos de los cuales se dedican hoy a ofrecer alojamiento a los visitantes que buscan villas de alquiler en Cuba.
Desde principios del siglo XVIII, La Habana se había convertido en una ciudad próspera gracias a su estratégica situación geográfica. Servía de punto de reunión de las flotas españolas que transportaban las riquezas adquiridas por la corona en el Nuevo Mundo. El aumento de los ataques de piratas y corsarios hizo evidente la necesidad de navegar en grupo, y la bahía de La Habana ofrecía un lugar seguro. El comercio floreció, y con él llegó la necesidad de ampliar los límites de la ciudad amurallada debido al crecimiento demográfico. Como eje estratégico, el marqués de la Torre inició la construcción de una nueva arteria conocida como Paseo de Extramuros, en torno a la cual se agruparon las estructuras fundamentales y las familias más poderosas de la nueva ciudad.
Una década más tarde, bajo el gobierno de Miguel Tacón, se produjo una segunda fase de construcción, ampliando los límites de la avenida hasta la línea de costa, lo que hoy se conoce como el Malecón de La Habana. Durante este periodo (1834-1838) se construyeron el edificio de la cárcel y el Teatro Tacón o Centro Gallego. Durante gran parte del siglo XIX, el Paseo estuvo reservado exclusivamente al uso peatonal, y a lo largo de su trazado comenzaron a proyectarse magníficos edificios neoclásicos, muchos de los cuales se dedican hoy a ofrecer alojamiento a los visitantes que buscan villas de alquiler en Cuba.
Plan Forestier: la era republicana
Con la primera intervención estadounidense en Cuba, en 1902, se llevó a cabo una reconstrucción del Paseo de Isabel II, que pasó a llamarse Paseo de Martí (aunque popularmente era conocido como Paseo del Prado). La nueva remodelación estaba conectada con el Parque Central y contaba con un paseo peatonal arbolado, delimitado por dos avenidas laterales y una zona de aparcamiento.
Alrededor se construyó el primer edificio con características de hotel moderno, el Hotel Telégrafo, así como otras estructuras de uso social como cines y teatros. También se diseñaron mansiones de estilo ecléctico, imitando la moda europea.
A finales de la década de 1920, el arquitecto paisajista francés Jean-Claude Nicolas Forestier llevó a cabo un nuevo rediseño de la avenida, convirtiéndola en uno de los paseos más importantes de Latinoamérica. Se plantaron muchos árboles y se incluyeron bancos de mármol con ocho estatuas de leones. Estas esculturas de bronce parecían custodiar el parque, que se dividió en cuatro secciones bien definidas: el Paseo, el Parque Central, la Explanada del Capitolio y la Plaza o Parque de la Fraternidad.
Se convirtió en la primera avenida asfaltada de La Habana, y los automóviles pasaron rápidamente a formar parte inseparable de sus calles. Además, se siguieron construyendo importantes estructuras políticas y sociales. La más significativa de ellas fue el Capitolio de La Habana, cuya explanada se integró en el concepto urbanístico del resto del Paseo. Elija una de nuestras villas de alquiler en Cuba y viva una experiencia sin igual en la isla.
El Paseo del Prado en la actualidad
A partir de la década de 1950, muchas familias acomodadas se trasladaron a los nuevos complejos suburbanos de Miramar, Siboney y El Vedado. Con el triunfo de la Revolución Cubana, estas propiedades empezaron a ser ocupadas por familias de clase media, y su prestigio decayó. Sin embargo, a principios de la década de 1990, la nueva administración cubana reabrió sus puertas al turismo internacional, y la zona fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Desde entonces, se han restaurado estructuras hoteleras, restaurantes, cafés y lujosas villas de alquiler en Cuba.
La zona es conocida por acoger exposiciones y ventas de arte y ha sido escenario de importantes eventos, como el legendario desfile de moda de Chanel en 2016.