El sector inmobiliario en Cuba

La industria cubana de la vivienda reconoce la propiedad privada por primera vez desde la revolución

Desde la revolución de 1959, la vivienda en Cuba ha seguido una dirección social y económica distintiva como una de las pocas comunidades supervivientes con una economía socialista dirigida por el Estado. Sin embargo, en julio, la Asamblea Nacional cubana aprobó un nuevo proyecto de Constitución que reconoce que los procesos empresariales, incluida la liberación del mercado de la propiedad privada residencial, desempeñan un papel más amplio.

Esta reestructuración económica se basa en un programa previo de modernización, el paquete de reformas de Lineamientos de 2011, que inicialmente permitió a los cubanos comprar viviendas, destinado a impulsar el crecimiento anual del PIB y maximizar la inversión extranjera.

La propiedad de la tierra se une a otras iniciativas que impulsarán una nueva ola de empresarios.

Sin embargo, analistas como Luis Carlos Battista han sugerido que las reformas de la nueva Constitución no significan una competencia totalmente libre y abierta. El sistema socialista de Cuba sigue controlando férreamente el trabajo por cuenta propia, con multas por infracciones, por ejemplo. Sin embargo, las oportunidades aumentan con el cambio estatutario de la tierra privada.

Se calcula que el valor de las viviendas nacionalizadas en la época de la transición posterior a 1959 supera los 100.000 millones de dólares. Aunque el gobierno cubano no publica las tasaciones de las propiedades, en La Habana, ciudad muy popular entre los extranjeros, y donde se puede comprar un apartamento en un barrio obrero por menos de US$15.000, los agentes inmobiliarios afirman que las tasaciones crecen rápidamente.

La compra de propiedades privadas a extranjeros sigue siendo ilegal, y eludir estas prohibiciones es especialmente peligroso, sobre todo en un mercado inmobiliario mayoritariamente en efectivo que no ofrece ni seguro de título ni la simple garantía de los derechos de propiedad para los extranjeros, haciendo que un amigo o familiar (en Cuba) compre propiedades en nombre de otra persona.

Sin embargo, los recientes cambios económicos han hecho temer que un nuevo boom inmobiliario alimente la especulación de los inversores extranjeros y desplace a los cubanos. En el mercado de la vivienda ya se registra un auge subterráneo, especialmente impulsado por cubanoamericanos.

Las peculiaridades históricas de la vivienda social cubana indican que en general se evitó la distinción social a partir de la propiedad de la vivienda, a pesar de cierta estratificación económica durante la 'era única' de austeridad posterior a 1990.

Pero la demanda emergente de viviendas (legales o ilegales) ha creado un nuevo patrón: la concentración de quienes tienen mayor poder adquisitivo en los lugares más atractivos. Para las familias de bajos ingresos con una vivienda decente en un lugar adecuado, la posibilidad de vender casas ahora sería un incentivo para convertir el valor en dinero en efectivo para satisfacer necesidades más críticas.

Del mismo modo, en los lugares que elijan, los "nuevos ricos" podrán adquirir viviendas asequibles, ya que ahora podrán canalizar su riqueza.

Cuba sigue enfrentándose a un problema general de escasez de viviendas, con financiación insuficiente para grandes proyectos de vivienda. Las autoridades también recortaron las normas mínimas para las nuevas viviendas controladas, introdujeron una subvención para la renovación de viviendas para los más pobres y establecieron una política para eliminar algunas de las peores condiciones de las viviendas más antiguas, las Citadelas.

El traslado de los inquilinos a los nuevos proyectos de vivienda sustituye a las antiguas formas de mejora participativa de las comunidades locales. Sin embargo, a la hora de abordar las demandas masivas de vivienda, siguen existiendo grandes problemas.

El emergente mercado inmobiliario en Cuba es principalmente producto de la inversión nacional, a pesar de la preocupación por un aumento de la propiedad extranjera. Muchos del 90% de los cubanos que trabajan para el gobierno dependen de la economía informal, la bolsa Negra, para cubrir los bajos salarios, con sueldos medios de US$35 al mes en algunas zonas.

Un propietario cubano puede convertir legalmente habitaciones dentro de su residencia principal para alojar a un huésped (normalmente un turista extranjero) que pague una suma por una noche que normalmente puede esperar recibir en un mes para ganar un dinero extra. Casas en venta en Cuba es un lema utilizado por el gobierno cubano para mejorar el PIB.

Airbnb ha llamado la atención por el crecimiento de los alojamientos en casas particulares en Cuba y más de 22.000 habitaciones han sido listadas en el sitio desde que comenzó a operar en Cuba en 2015, produciendo al menos US$40 millones.

Informó de que Cuba era su mercado de más rápido crecimiento como parte de los esfuerzos de Airbnb por presionar al Gobierno de EE.UU. para restablecer los visados "people-to-people" de Obama, que permiten a los estadounidenses visitar la isla sin formar parte de un viaje comunitario (aunque desde una base inicial baja).

Airbnb presionó con éxito al Congreso para que, en el marco de una estrategia de "Apoyo al pueblo cubano", se tolerara vivir en una casa específica, ya que el alquiler de Airbnb va a los inquilinos y no al Estado. La industria cubana de la vivienda está creciendo muy rápido.

La falta de conectividad masiva a internet en Cuba, accesible principalmente sólo en hoteles turísticos, algunas oficinas y un número creciente de puntos de internet locales, es un problema clave para las empresas y negocios cubanos como Airbnb. Miguel Díaz-Canel, el actual presidente, reveló recientemente planes para eliminar gradualmente los servicios de internet móvil, ampliar el acceso a 5 millones de usuarios más para mejorar la economía y "ayudar a los cubanos a defender su revolución."

Sin embargo, la futura ampliación de Airbnb podría ser motivo de preocupación. En otros lugares, ha tenido un gran impacto distorsionador en la economía, elevando los alquileres mensuales y expulsando a los residentes.

Las casas en venta en La Habana, Cuba, son muy caras pero han demostrado ser un gran éxito en el departamento de turismo. Las playas de La Habana tienen lujo y clase para los extranjeros.

Una mejora significativa de la economía cubana y/o el fin del bloqueo económico estadounidense es lo que necesita la vivienda en Cuba. Sin embargo, los nuevos cambios constitucionales pueden contribuir en cierta medida a apoyar un sector empresarial emprendedor junto con el sector estatal, aunque se necesitan recursos para la construcción y renovación para abordar las innegables necesidades de vivienda de Cuba.

Esto sería sin duda popular entre los ciudadanos cubanos, mejorando su calidad de vida, y en particular entre la generación más joven que no puede asegurar su propia vivienda. Una vez aprobado el proyecto de Constitución, los legisladores lo someterán a consulta y, posteriormente, a referéndum nacional. Los inversores extranjeros observan y presionan, pero en última instancia serán los ciudadanos los que decidan.

Para concluir puedo decir que la industria de la vivienda tiene mucho que aportar al crecimiento del país. Las viviendas cubanas han demostrado mucho en el pasado cercano y pueden cambiar el futuro de los cubanos. Las playas de Cuba tienen una gran afluencia de turistas. Las casas cubanas han indicado un gran éxito para el país. Terminamos confirmando que es una gran idea invertir en la industria de la vivienda cubana.

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